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María Paula Quintero

María Paula Quintero

Agradezco a Fundacoofisam y a Coofisam por regalarme esta experiencia con la cual construí mi proyecto de vida. Gratitud para Lorena y Camilo, son los mejores profesores del Sur del Huila, de ellos aprendí a querer a Garzón y a la música. Nunca olvidaré que antes de ser artista debo ser excelente persona.

¡Con la música aprendí a ser feliz!

Soy María Paula Quintero, pienso que la música es la fuerza mayor que nos une. Desde mi niñez estuve rodeada de ritmos infantiles, con mi madre compartí este gusto y participaba en actividades artísticas. A mis ocho años de edad llegué a la Fundación Fundacoofisam con la ilusión integrar la Escuela de Vida modalidad Música, junto a la formadora Lorena María Álvarez, descubrí la magia que tenía el pentagrama y el color de cada nota musical. 

Abrí la puerta de esta aventura, dejé a un lado los momentos difíciles que existían en mi familia y organicé el tiempo para vivir la música. La disciplina y el interés que le imprimí fueron imprescindibles para brillar. Aprendí a interpretar el teclado, recuerdo con emoción que, las canciones de cumpleaños feliz y Para Elisa de Beethoven, posibilitaron que descubriera el talento. Mis habilidades florecieron rápidamente, mi voz me perfiló como cantante de Las Rajaleñas, aquí tuve el acompañamiento de músicos, e interpreté los ritmos huilenses del San Pedro.

La Escuela de Música fue mi segundo hogar, en el cual Lorena Álvarez y Camilo Reyes, desarrollaron una figura familiar, todos nos sentíamos muy bien y éramos importantes por nuestras capacidades. Aquí confluyeron saberes y diferentes puntos de vista. El amor y confianza que depositaron en cada uno llevó a que dejáramos a un lado el rol de alumnos para ocupar el lugar de hijos; así construimos relaciones de respeto que estuvieron encaminadas hacia la formación de seres humanos íntegros, todos nos caracterizábamos porque hacíamos música con el corazón.

Mi sueño cobró valor. Con bambucos, sanjuaneros y pasillos fortalecí la disciplina coral y la técnica musical. Entendí que más allá interpretar un instrumento quería cantar, así fue como participé en el ‘Concurso Nacional de Música Andina Colombiana – Zue de Oro’, aquí la alegría aumentó y el rendimiento fue sobresaliente, pero lo más importante es que la presentación no solo fue apreciada por el público sino por mí.

En el año 2014 hubo desafíos y un sin número de experiencias, junto a mi profesora presenté las pruebas para la convocatoria correspondiente al Coro Nacional de Colombia -Bogotá D. C. Mis destrezas nos dieron el boleto para participar en este evento multicultural. El maestro Alejandro Zuleta, orientó talleres corales, yo quería aprender más, por esta razón llegaba media hora antes y ponía en práctica todos los ejercicios; de esta manera mi voz aumentó su color con el género sacro.

¡Grandes sorpresas! Fui seleccionada como solista, al cierre del evento interpreté el apartado inicial de la canción Al Shlosha D’ Varim, esta bellísima obra estaba en hebreo, nos recuerda que el mundo se basa en cuatro pilares: amor, verdad, justicia y paz. Tenía nervios, la luz estaba sobre mí y solo percibí la compañía del piano. El show inició con mi voz, amé cada segundo, todos teníamos guantes de color blanco, y presentamos la traducción en lenguaje de señas; el impacto fue inmenso, las emociones afloraron, la audiencia lloraba y aplaudía a la vez.

La música lírica me conquistó, con Lorena, la profesora que amo, construí el sueño maravilloso de estudiar música. Investigamos para presentar las pruebas de admisión, me preparé y llegué a ser parte del Conservatorio del Tolima. Por mi rendimiento académico, Coofisam me otorgó el Crédito de Educación Superior; de esta manera obtuve facilidades económicas para formarme como Maestro en Música con énfasis en Canto Lírico. Anhelo realizar mi postgrado en el exterior, cantar en reconocidos conciertos, y después deseo regresar a Colombia para compartir mis conocimientos.